Javier Vich, presidente de la Asociación de Grandes Hoteleros de Palma y Cala, está muy preocupado por el impacto negativo que la pandemia está teniendo en los hoteles de la ciudad. «Palma siempre ha sido un destino turístico donde todo el parque hotelero está abierto los doce meses del año. Los hoteles nunca cerraron. La pandemia ha perturbado fundamentalmente todos los pronósticos de turismo y negocios. La caída del turismo extranjero ha sido enorme, y esto ha tenido un impacto en los niveles de ocupación.»
Dice que 35 de los 72 hoteles están actualmente abiertos. «En noviembre, se espera que 25 establecimientos estén abiertos. Eso significará 4.100 de las 11.000 plazas que hay en todos los hoteles de la asociación. El problema será lo que ocurra en enero y febrero. No me atrevo a predecir cuántos hoteles funcionarán, pero el panorama es muy sombrío.»
Vich añade que la cuarentena del Reino Unido y el consejo alemán contra los viajes fueron un duro golpe. «Antes de esas decisiones, las cosas estaban muy bien, teniendo en cuenta las circunstancias. Ahora mismo, la ocupación es sólo entre el diez y el veinte por ciento. Esto significa, lógicamente, que los hoteles que están abiertos no son rentables.»
Sobre cómo ve la sociedad balear el turismo, cree que ya se ha dado cuenta de que las islas viven del turismo. «Hacer otra cosa que no sea apoyar el turismo tiene un impacto negativo en toda la cadena de valor turístico y productivo de la economía balear.»
Los viajes aéreos, insiste, deben mantenerse a toda costa. «Las autoridades deben actuar con todo tipo de medidas para evitar la pérdida de vuelos y de horarios de los pasajeros. La economía debe ser preservada». Y en este viaje observa que el turismo nacional ha ayudado a compensar la caída del turismo extranjero. «Pero si hay confinamientos como el de Madrid, eso será la gota que colme el vaso.»